Si estás acá es porque estás buscando nuevas maneras de acompañar a tus pacientes y las herramientas con las que cuentas te están resultando insuficientes.
Yo tambien estuve ahi… y me sentía muy culpable por no poder ayudar realmente a aliviar el sufrimiento de mis pacientes. En especial de aquellos que habían compartido conmigo situaciones muy dolorosas de su infancia y adolescencia.
Entendí que las personas que han sufrido experiencias adversas en la infancia tales como abandono, abuso, negligencia, violencia en diferentes formas, tienen algo en común. Hay una parte de ellas que quedó en el pasado y que encierra cientos de imágenes emociones y sensaciones corporales quedan guardadas bajo llave para defenderse del dolor. Y todo ese esfuerzo por dejar atrás ese pasado muchas veces se lleva consigo aspectos como la confianza, la creatividad, la capacidad de disfrute, el autocuidado y la posibilidad de vivir una vida en plenitud.
"Puedo entender lo que me pasa racionalmente pero me cuesta no desbordarme emocionalmente."
"No puedo confiar en nadie porque siento que todos pueden lastimarme."
"Cuando alguien me grita o confronta quiero desaparecer… me hago chiquitita y me paralizo."
"Elijo siempre el mismo tipo de parejas y es como si no mereciera que me amen bien."
Estas son algunas de las frases que dicen mis pacientes con frecuencia y que son la puerta de entrada a situaciones mucho más profundas que afectaron su autoestima, su capacidad de resiliencia y su personalidad.
El trauma está en el cuerpo y un sistema nervioso desregulado es la base de estas manifestaciones. Por eso como terapeutas necesitamos saber cómo intervenir en estos casos para brindar un acompañamiento idóneo y efectivo.
Imagina poder ofrecer a tus clientes una terapia significativa, centrada en abordar las raíces profundas del trauma y facilitar el proceso de curación descubre el poder de la integración cuerpo mente basada en evidencia científica.